10mo Aniversario de la UMA de Peña Colorada

A diez años del inicio de operaciones de la Unidad de Manejo para la Conservación de Vida Silvestre (UMA) de Peña Colorada, los principales referentes de su pasado y presente comparten como, lo que pudo ser una simple obligación normativa, dio lugar a un corazón que bombea vida a la empresa y hoy cobija el propósito de la transformación en equilibrio.

Aquí late la vida

Pareciera una paradoja. En plena zona de operaciones de Peña Colorada, empresa mexicana de clase mundial que abastece el 30% del mineral de hierro que México necesita, hay un paraíso de conservación y esperanza: un corazón verde. A 30 kilómetros de la mina de cielo abierto se encuentra la Unidad de Manejo para la Conservación de la Vida Silvestre (UMA), cuyo objetivo es la “conservación del hábitat natural, poblaciones y ejemplares de vida silvestre”.

Este corazón -que late muy fuerte- es la perfecta muestra del propósito de la empresa: “transformar la naturaleza en equilibrio con el planeta, para beneficio de la humanidad”; y actualmente tiene una superficie total registrada de 7.48 hectáreas dividida en dos campus: la primera UMA con 2.08 hectáreas de bosque de encino, así como la ampliación de la UMA con 5.4 hectáreas; atendiendo los objetivos de reproducción, rescate, rehabilitación y educación ambiental. 

El director General, Arturo Tronco, reconoce esta paradoja aparente y lo explica con una metáfora: si una persona hace una incisión en el cuerpo de otra persona con un articulo punzocortante, obviamente le va a causar un daño, no hay forma de no hacerlo; pero la situación cambia, si decimos que la incisión la hizo un doctor, sigue siendo poco popular, pero entendemos que es por un bien mayor, minimizando el impacto y asegurándose de mitigar todos estos impactos; Peña Colorada es ese doctor.  

“Somos parte de una minería moderna y responsable que busca minimizar el impacto de la actividad de extracción de minerales, compensando, restituyendo y sobre todo generando un beneficio al entorno, no solo económico, también ambiental; por eso impulsamos medidas de compensación que van mas allá y generan beneficios ambientales a la zona”, señala. 

Y aunque insiste, pudiera parecer paradójico, se puede comprobar con datos que después de generar un impacto, Peña Colorada es capaz de restituir ese impacto y generar aun mayores beneficios ambientales que los brindados por los servicios ambientales previos. Como ejemplo, tan solo en 2021 se reforestó con 109 mil 632 plantas, lo cual equivale a reforestar el espacio de 88 campos de futbol, además, en la UMA se reproducen 13 especies que se encuentran en riesgo y están protegidas por la normativa mexicana.  

Aquí late la vida. Cada vez más

La Unidad de Manejo para la Conservación de la Vida Silvestre (UMA) de Peña Colorada obtuvo su registro el 16 de mayo de 2012. Saúl Moreno, consultor de Proyectos Ambientales, recuerda cómo nació el corazón verde: “surge como parte del proyecto de la actual Presa de Jales El Arrayanal (que es un depósito de lodos, sobrantes durante el proceso de la obtención del mineral de hierro); hacer un nuevo proyecto implicaba, a nivel de legislación, tener un centro de reproducción de plantas para la rehabilitación y reproducción de especies protegidas por la norma”.

Ahora, 10 años después, los latidos son más fuertes y con más vida: con la ampliación se triplicó el área de terreno protegido; tiene dos viveros que reproducen aproximadamente 70 mil plantas para las reforestaciones anuales y un vivero llamado Zona de cuarentena, con capacidad de albergar 80 mil plantas rescatadas de los proyectos de cambio de uso de suelo; en toda su historia, la UMA ha reproducido 397 mil 327 plantas. Además, el equipo de la Unidad Peña Colorada está capacitado para realizar actividades de rehabilitación o restauración mediante tecnología de hidrosiembra y barreras de madera para conservación de suelos.  

Saúl Moreno reconoce que lo que la normatividad mexicana pide es mitigar los efectos ambientales de la remoción de la vegetación, pero la UMA Peña Colorada va más allá de lo que legalmente se requiere: “pudiera comprarse la planta, pudiera no tenerse personal especializado, pero ya tenemos tres viveros, cuidamos las plantas rescatadas de 15 proyectos de cambio de uso de suelo, contamos con tres técnicos especializados en la reproducción de plantas y personal que se ha ido formando; ya no es una medida de mitigación, es un compromiso”.

Lucia Betanzos, gerente de Ingeniería Ambiental, coincide en que más que una obligación, la UMA es muestra del compromiso de todas las personas que conforman Peña Colorada: “se tiene el respaldo desde la alta dirección, hay una convicción real y un compromiso muy genuino de hacer esto posible, no es un discurso, es una convicción desde la dirección general que permea en todos los niveles de la organización, esto permite que se gestionen y se apliquen recursos de la mejor manera posible”.

Influye también el cobijo brindado por el propósito de la empresa: la trasformación en equilibro, que por cierto no fue acuñado solo desde el área ambiental, sino por toda la organización; y definitivamente, el trabajo en equipo. “En una ocasión en una reunión en Ternium (accionista y cliente de Peña Colorada) me preguntaban: cuál es el ingrediente mágico que permite que la UMA sea tan exitosa y yo les comentaba que la principal clave es la sinergia que conseguimos cuando todo el equipo en la UMA y todo el equipo Ambiental están sincronizados en una misma meta y objetivo”.

Aquí late la vida. Cada vez más. Cada vez más fuerte.

Rosa Martínez, supervisora ambiental, describe con gran entusiasmo las cuatro actividades fundamentales de la UMA que dan vida al propósito de la organización, mantener el equilibrio con el planeta, a la par de las actividades de transformación propias de la empresa. Primero está la reproducción de especies; luego el rescate de plantas de los proyectos de cambio de uso de suelo; la rehabilitación que permite garantizar el equilibrio de la naturaleza; y la educación ambiental hacia las comunidades. 

Abelino Ruiz, habitante de la comunidad de El Arrayanal, en Minatitlán, ama su trabajo centrado en la reproducción de especies, el primero de los objetivos específicos de la UMA: “he aprendido muchas cosas, yo no sabía que todos los árboles producen semillas, a pesar de que vivimos en la zona; yo no sabía sembrar o las diferencias de las semillas”. En la Unidad se reproducen 78 especies conocidas como comunes tropicales y 13 especies bajo estatus de riesgo, ya sea en peligro de extinción (como el huizilacate, granadillo y tampicirán), amenazadas (como el culebro, capire, chameadora, árbol maría, palmilla e higuerilla brava) o sujetas a protección especial (como el cedro, álamo, ajuatoso y chicle). 

En cuanto al segundo objetivo, que es el rescate de plantas de los proyectos autorizados para cambio de uso de suelo, Norma Barbosa, responsable del vivero de zona de cuarentena enuncia como un logro el desarrollo de experimentos en semillas forestales que no se podían germinar, como la higuerilla brava que ahora se reproduce exitosamente, “es una especie protegida, normada, de las cuales en los cambios de uso de suelo se requiere esta especie y no se tiene gran cantidad de ella”. También se rescata y reubica fauna, como mamíferos o serpientes que están en las zonas operativas de la empresa. 

El tercer objetivo específico es la rehabilitación y plantea el gran reto de que, una vez terminadas las actividades propias de la industria que es Peña Colorada, el medio ambiente quede en condiciones similares –o hasta mejores– que las presentadas previamente. Para lograrlo, se llevan a cabo procesos muy cuidadosos, por ejemplo, antes de intervenir una zona se retira y conserva prácticamente todo el suelo: desde las plantas que serán reproducidas hasta el sustrato que sostiene la vida vegetal y animal. En la Presa de Jales de Guásimas, ya cerrada, se han devuelto ya las primeras capas de la tierra que fue removida para crearla, en unos años, el ambiente se recuperará completamente.  

Finalmente, en cuanto al cuarto objetivo: la educación ambiental, Rosa Martínez considera que “la UMA en sus tres ubicaciones es el escenario perfecto para usarlo como material didáctico y dar una explicación ambiental”.

Aquí late la vida. Cada vez más. Cada vez más fuerte. Y seguirá el latido.

El camino ha sido largo, pero después de 10 años, personas clave de la UMA, coinciden en que éxito y aprendizaje son las palabras que definen la travesía. Para Lucia Betanzos, gerente de Ingeniería Ambiental, los resultados saltan a la vista: “se ha invertido  en infraestructura, el proyecto ha crecido a la par de Peña Colorada; también ha habido mucha profesionalización, los biólogos especializados le han dado un giro importante; igualmente con los técnicos, nos hemos dado cuenta del valor agregado que tenemos, estos técnicos viven en la comunidad y tienen experiencia empírica muy valiosa: saben como reproducir especies, encontrar arboles madre, tener éxito en la germinación”.

Pero también es tiempo de mirar hacia delante. El director de Peña Colorada, Arturo Tronco, tiene claro el futuro para la UMA: “la ampliación debe proveer más servicios ambientales y un espacio más amplio para la capacitación y la concientización; hoy los beneficios de la UMA son notables, pero creo que todavía debiéramos y pudiéramos hacer más en el tema de capacitación y concientización”.

Además, desde la alta dirección se mira a la Unidad de Manejo para la Conservación de la Vida Silvestre (UMA) de Peña Colorada como el espacio donde se van a gestar las ideas sobre los intensos planes que se miran para la reforestación, compensación ambiental y de conservación. “Hoy muchos de nuestros planes están enfocados a esto, pero tendremos más claro que debemos de privilegiar más los apoyos en la conservación”.